miércoles, 8 de diciembre de 2010

Por el peso de tu cruz conozco la fuerza de mi amor





Dos días después de mi cumpleaños, cuando aún recibía notas de felicitación y celebraba con gran pasión, leí en mi Facebook un mensaje diferente. Uno de mis contactos me pedía que escribiera algunas palabras de consuelo, para un padre que está sufriendo.  La petición fue breve. No así ha sido el padecimiento del papá y la familia de una niña que a su hogar no ha vuelto. 

Palabras de consuelo. !Vaya! me la puso dificil mi face-amiga. Me sentí más impotente que inspirado. Una princesa de 8 años lleva casi un mes desaparecida. ¿Qué se le dice a un padre o a una madre en estas circunstancias? ¿Qué términos de aliento podrían aliviar tan enorme tormento_? Con más frustración que ideas, me fui al baño. Defecando y llorando pasaron algunos minutos. Sentí como padre el dolor de aquel progenitor. Me angustié por instantes y a Dios le pregunté ¿Porqué Señor?

La tragedia me estaba atrapando y mi fe debilitando. Reaccioné. Dejé de llorar y también de.. en fin, eso no importa.  Lo importante es ser útil en esta situación. Recordé que en la Biblia se habla del poder de la oración. "Tu fe le ha salvado" le dijo Jesús al Centurión y luego le informó que ha su criado sanó. Cristo allí nos indicó como podemos ayudar a un hermano en dolor. Entonces me propuse a ser positivo y empecé a dar gracias por lo que en mi cumpleaños había vivido. Por la vida de mi pulguita (mi hija Valeria). Por la existencia de mi madre. Por mi recuperación en asuntos de salud. Me di una ducha refrescante y me fui con entusiasmo para el gimnasio. Pensé con humildad, aunque no parezca, que sintiendome feliz  podría orar mejor por aquel  que sucumbe en la tristeza.  Y creo no haberme equivocado. Si nos concentramos sólo en el incendio, olvidamos que el agua podría apagar el fuego. 
Fue la tragedia por la que me pidieron palabaras de consuelo, la que me brindó la fuerza para apreciar todo aquello por lo que yo no estoy sufriendo. Y entonces, pude ver con fe más que con nostalgia, la foto de la pequeña que aún no regresa a su casa. 

Como al Centurión también Jesús nos puede decir " vuestra fe la ha salvado". Visualicé a esa nena feliz corriendo hacia los brazos de su padre. Y así la visualizaré una y otra vez. Al tiempo que a Dios gracias doy, como acto de fe, por la  armonía que rodea , donde quiera que esté, al espíritu de ese hermoso y pequeño ser. En cada corazón puede caber mucho odio o eterno querer. Apuntemos como flecha nuestros deseo positivo hacia la misma dirección. Que todo niño extraviado sea hallado. Que toda criatura secuestrada sea liberada. Que cada padre con hijos ausentes, resignación  en Cristo encuentre. Varias veces al día, cada vez que abra mi Facebook, dedicaré unos instantes a orar por Lisset. Imprimiré su foto en mi mente y mientras en el semáforo me encuentré, la visualizaré sonriente y libre.  Gracias Señor...
Es mi forma, quizás tú tengas otra,  de ayudarle al padre de Lisset a cargar  la pesada cruz que ahora soporta. Y es por el peso de ese padecimiento que he podido conocer  un poco más, la fuerza de mi amor. Gracias Angela Cedeño por darme la oportunidad de una nueva  reflexión.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario